El éxito o el fracaso de una persona está estrechamente ligado a su estilo de vida. Quien se inicia correctamente, sin duda conquistará grandes alturas.

Ilustramos nuestro argumento: un joven o una joven que se decide por lograr una preparación académica eficaz, luego se empeña en conseguir donde laborar, entonces piensa en alguien a quien amar y unirse en matrimonio. Este orden no dejará de traer sus frutos.

Cuando invertimos este proceso cosechamos dificultades y angustias interminables.

Aquellos jóvenes que abandonan sus estudios y se unen a otras personas para procrear hijos a destiempo, se entregan voluntariamente a la miseria, tanto ellos como sus descendientes.

Pensemos bien, solo se nos permite vivir una vez en esta tierra. Nuestra vida es un activo, nuestra mejor y más hermosa empresa. Debemos tomar cada decisión con sabiduría, pidiendo consejo a aquellos que son dignos de confianza. No nos apresuremos y al final de nuestros días miraremos el pasado con felicidad.

1 Corintios 14:40: “…pero hágase todo decentemente y con orden”.

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